🍂✨ Cuenta atrás para el otoño – ¡faltan 8 semanas!

Entre susurros y pequeños detalles, decimos adiós a julio y soñamos con lo que viene


Julio tiene ese don extraño de parecer eterno y, al mismo tiempo, escaparse entre los dedos. Los días pesan. Y es que el calor lo envuelve todo: relojes, conversaciones, incluso los pensamientos más pequeños. Pero si afinamos los sentidos, si aprendemos a escuchar lo sutil, hay un momento en que ese calor afloja. Apenas un suspiro. Y entonces, algo en nosotras despierta. Como una impaciencia dulce. Como unas ganas, todavía mudas, de lo que vendrá.

La verdad es que este no es un post cualquiera. Es el último de julio. El próximo ya será agosto, y solo eso me hace mirarlo con una ternura distinta, casi como quien acaricia el lomo de un libro antes de cerrarlo. Julio ha sido intenso, a ratos sofocante, a ratos lleno de magia en los rincones menos esperados. Y aquí estamos, dejando que las palabras lo abracen una última vez.

Aquí puedes seguir toda la cuenta atrás →un paseo suave entre palabras, imágenes y estaciones

Esta semana, sin buscarlo, me descubrí buscando refugios.

Salí a caminar cuando el sol ya no quemaba, y mis sandalias crujieron sobre hojas secas que nadie espera encontrar en pleno verano. Allí estaban, al borde de las aceras, mezcladas con polvo, flores marchitas, papeles. Pequeños augurios de un cambio que se aproxima sin anunciarse.

En casa, me rendí al placer sencillo —casi ancestral— de hacer pan, pero eso si, en mi panificadora,  porque no me apetecía encender el horno. El aroma llenó la cocina , que, te lo confieso, me supo más a octubre que a julio. Además,  cada noche, riego las plantas con una calma casi ceremonial, mientras miro el cielo cargado de nubes suaves. Me descubrí respirando hondo, como si el aire fresco de la noche pudiera alcanzarme de verdad.

Compré unos paños de cocina con estampados otoñales: hojas, setas, calabazas diminutas. Venían atados con cuidado, dejándome llevar por la imagen de mañanas lentas, cafés que humean en silencio, migas de pan casero sobre la mesa. Porque hay gestos que son como premoniciones, pequeñas magias que nos acercan a lo que todavía no llega.

La verdad es que nunca fui muy amiga del verano, pero estos detalles —una nube que promete cambio, un suelo cubierto de hojas, un pan que huele a hogar— me recuerdan algo importante: también en la espera podemos empezar a construir un refugio. Como quien prepara el alma, no solo la casa.

🍁 Y tú, cómo lo vives? 

Esta semana te propongo:

✨ Salir a pasear sin rumbo, aunque solo sean unos minutos al atardecer. Mira a tu alrededor: ¿qué detalles hablan ya de cambio? Quizá una hoja que se ha adelantado, una brisa inesperada, una luz que cae distinto.

✨ Regalarte un momento creativo en casa. Un bordado pequeño, una receta que llene de aromas tu cocina, una foto de algo que ames y quieras guardar.

✨ Dejarte soñar: ¿qué es lo que más deseas del próximo otoño? Escríbelo, aunque sea en un papel doblado al fondo de un cajón. Guárdalo como quien guarda un secreto bonito, uno que solo tú conoces.


Si te apetece, cuéntamelo. Me encantará leerte.

Porque julio se va, sí. Este es el último rincón que le dedico en el blog. Pero juntas podemos hacerlo eterno en lo que nos deja entre manos: un eco suave, un puñado de señales, una promesa que empieza, despacito, a crecer.


Gracias por estar al otro lado. Si te apetece, déjame un comentario… Me encantará leerte.



Comentarios

  1. Hermosas reflexiones.
    En Sevilla, Julio es eterno y agotador. Deseo que llegue ya el viernes próximo para escaparme a un lugar más fresco donde quizás si pueda descubrir esas pequeñas señales de otoño que por aquí aún se presiente muy lejano.
    Besitos

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Gracias por compartir un pedacito de tu tiempo entre hojas y palabras 🍁

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