Vacaciones de agosto… con un guiño al otoño
Agosto ha llegado con fuerza. Entre el calor, las ganas de desconectar y ese runrún de que el otoño ya no está tan lejos, esta semana ha sido de las que se guardan con cariño. Días para cambiar de paisaje, probar cosas nuevas, reencontrarse con rincones bonitos y dejarse sorprender por pequeños detalles que, sin buscarlo, recuerdan que mi estación favorita ya está en camino.
El 4 de agosto empezó con un amanecer rojo intenso, de esos que parecen pintados y que te obligan a parar un momento antes de arrancar el día. Nuestro destino: Granada, a un hotelito a los pies de Sierra Nevada, rodeado de montañas, olivos, almendros… y con piscina, que en pleno agosto se agradece tanto como el primer café de la mañana. Desde allí, las vistas eran puro relax: campos dorados, siluetas de árboles recortadas contra el cielo y ese silencio que se cuela dentro como un suspiro.
El calor fue protagonista, pero también hubo espacio para la sorpresa: una tarde de tormenta. El cielo se cerró de golpe, el aire cambió, y de pronto, ese aroma inconfundible a tierra mojada se mezcló con el murmullo de la lluvia. Un instante breve, pero perfecto.
Uno de los días hicimos una excursión a Ríofrío un pueblecito de Granada. Paseamos junto al río, recogiendo alguna hoja seca que se cruzaba en el camino, algún pato curioso, era como si el tiempo no existiera. Allí probamos el esturión, y tengo que decir que fue toda una sorpresa: suave, distinto y más rico de lo que imaginaba. Las noches tenían su propio encanto. Acabábamos en Pinos Genil, un pueblecito encantador muy cerca de nuestro hotel, con restaurantes a la vera del río, faroles que iluminaban las calles y un aire fresco que pedía una rebequita aunque horas antes el termómetro rozara el calor extremo.
Entre charlas y cenas tranquilas, la luna llena del esturión apareció enorme y brillante sobre el agua, como si también quisiera formar parte del viaje.
En nuestro viaje no han faltado los guiños al otoño: uvas que empezaban a madurar, hojas que crujían bajo los pies y, cómo no, alguna compra de decoración otoñal en una tarde de tiendas con mi hija. Por ahora no diré qué ha sido… prefiero reservarlo para cuando toque mostrarlo.
🧡 Mi propuesta
Ojalá este pequeño recorrido os inspire a disfrutar del verano con calma, pero también a dejaros sorprender por esos detalles que anuncian el otoño sin hacer ruido. A veces basta con una hoja seca, una luz distinta o un aroma nuevo para empezar a sentir que se acerca.
Agosto es como una frontera invisible. Por un lado, está lleno de planes de verano, luz y calor. Por el otro, empieza a dejar entrever esa calma, esos colores y esos aromas que esperan a la vuelta de la esquina. Y mientras el verano sigue su curso, yo ya tengo en mente la próxima parada de esta cuenta atrás… porque el otoño, cada día, está un poquito más cerca.”
Nos leemos la semana que viene, que sigas disfrutando de los días largos, de las tardes de verano...con más hojas en el camino 🍂
Gracias por estar al otro lado. Si te apetece, déjame un comentario ...
Me encantará leerte.
Un relato muy bonito y unas reflexiones llenas de sentimientos esperando el otoño en esta tierra tan maravillosa. Besos
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