Paisajes de montaña, moras silvestres y agosto que se despide poco a poco...
El calendario avanza y ya solo faltan cuatro semanas para la llegada del otoño. Agosto se va apagando poco a poco: los días siguen siendo largos, sí, pero el sol cae antes, las tormentas aparecen de improviso y los frutos están en su punto justo. Es ese momento en el que sabes que el verano todavía no ha dicho la última palabra, pero ya se siente la cercanía del cambio.
El martes pasado hicimos una pequeña escapada a los Pirineos. Nada de viajes largos, solo un día, pero con muchos detalles que lo hicieron especial.
Nuestra primera parada fue en el mirador de Coll d’Ares, un puerto de montaña a más de 1.500 metros de altitud que conecta Molló (Girona) con Francia. Durante siglos fue un paso natural entre ambos lados de la frontera y, en la memoria histórica, todavía se recuerda como uno de los caminos del exilio republicano tras la guerra civil.
Desde allí, las vistas son inmensas: montañas en capas, prados que parecían alfombras verdes y un cielo que cambiaba a cada momento. Nos sorprendió la lluvia, pero lejos de estropear la parada, le dio más encanto. El fresquito y el olor a tierra mojada fueron un regalo en pleno agosto.
Después continuamos el camino hasta Prats-de-Mollo-la-Preste, un pueblo amurallado del Vallespir, en los Pirineos Orientales franceses, muy cerquita de la frontera con Cataluña. Es conocido por su historia medieval, sus murallas bien conservadas y por estar rodeado de montañas y naturaleza. Un rincón con carácter que parece resistirse al paso del tiempo.
Llegamos a la hora de comer y decidimos reponer fuerzas antes de empezar la visita. Elegimos el Hôtel Restaurant Le Costabonne, un lugar tranquilo y acogedor. Allí probé un plato típico de la zona, las Boules de Picolat: albóndigas de tres carnes (ternera, carne de salchicha y buey) en una salsa con vino tinto, setas, panceta, aceitunas y judías blancas. Suena fuerte y lo es, pero estaba buenísimo y delicioso, de esos platos que recuerdas. .jpg)
Con el estómago contento paseamos después por el pueblo. Calles empedradas, murallas medievales, iglesias con puertas de madera enormes y pequeños comercios con productos locales. Todo con un aire auténtico, sin prisas ni artificios.
El río Tech atraviesa el pueblo y le da frescura; su sonido acompaña en cada esquina. Y aunque las nubes y la lluvia siguieron con nosotros, fue lo que terminó de darle encanto al paseo. Lo que más nos gusto es que nada parece preparado para el turismo de masas. Todo respira autenticidad. Balcones cargados de flores, vecinos charlando en las puertas... Y aunque las nubes y la lluvia nos acompañaron parte del día, creo que eso le dio todavía más encanto. Pasear bajo un cielo gris, con aire fresco, se agradece y mucho
Agosto que se va apagando
Más allá del viaje, lo que más me hizo pensar esta semana fueron los detalles del camino: las manzanas silvestres que vimos en los árboles, las flores que aún resisten y las moras maduras que recogimos en un recodo del camino.
Agosto es justo eso: un mes de abundancia en el que la naturaleza parece darlo todo antes de descansar.
Y no pude evitar acordarme de las conservas. No voy a extenderme, pero siempre me gusta la idea de preparar una compota con manzanas o guardar un poco de verano en tarros, para abrirlo más adelante cuando el frío ya se haya instalado.
Y es que agosto se despide así, con fruta en su punto, con tardes que se acortan y con tormentas que refrescan. No es todavía otoño, pero ya no es pleno verano. Está en ese “entretiempo” que tiene algo muy especial.
🧡 Mi propuesta
Esta semana te propongo algo muy sencillo: sal a pasear, aunque sea cerca de casa, y fíjate en los detalles que marcan este final de verano. Los colores que empiezan a cambiar, las sombras más largas, los frutos que ya se recogen. Agosto aún guarda momentos preciosos, y vale la pena aprovecharlos antes de que septiembre nos meta de lleno en la rutina.
Nos leemos la semana que viene 🍁 Que disfrutes de estos últimos días de agosto, con sus tardes de tormenta, sus paseos tranquilos y sus pequeños tesoros de temporada.
Gracias por estar al otro lado. Si te apetece, déjame un comentario ...
Me encantará leerte.
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