📖 Día 2 — Diario de Brise d’automne

 

Soy una persona de rutinas. Bastante cuadriculada, la verdad: Me levanto, hago algo de ejercicio, desayuno, trabajo, como, vuelvo al trabajo y llego a casa a las nueve. 

Ya estoy acostumbrada, pero reconozco que pesa. Mi trabajo es muy físico y hay días en los que vuelvo tan cansada que solo quiero llegar, cerrar la puerta y que el mundo desaparezca. 

Casa. Mi templo. Mi guarida. 

Aún así, cada día intento conservar un pequeño momento solo para mí. Me gusta desayunar sin prisas. Sobre todo cuando empieza el fresco y puedo tomar mi café especiado sin sentir que me cuezo por dentro. 

Esta semana ha sido un poco diferente, sobre todo el fin de semana ya que vinieron mi hermana y mi cuñado el viernes y sábado, porque sus hijos tenían partidos de hockey cerca y claro, había que ir a verlos jugar. 

Y el domingo, en vez de descansar un poco fuimos al bosque. No teníamos grandes planes, solo dar un paseo y buscar algunas setas si había suerte (y la hubo). Nos llevamos unos bocatas y comimos allí mismo, sentados en el suelo, en plan picnic. Hacía buena temperatura, y el aire ya empezaba a oler a otoño. 

Me gustan esos ratos. No hace falta que pase nada extraordinario para que un día quede grabado. 

 Cuando salimos a por setas, siempre me llevo algo pequeño de punto de cruz. Si el terreno se vuelve más abrupto o complicado, prefiero quedarme en el coche un rato, bordando tranquila, mientras él sigue buscando por su cuenta. También me gusta mirar por si encuentro alguna, claro, pero me hace ilusión tener ese momento para mí.  

Ahora que ha empezado octubre, siento como si todo se recolocara un poco. 

Hay un clic dentro de mí. Algo que me mantiene en calma, que me hace sonreír por dentro. Me emociona, pero también me pone algo nostálgica. 

Octubre me recuerda muchas cosas bonitas: el nacimiento de mi hija, aquel campo lleno de calabazas, el momento en que conocí al que hoy es mi compañero de vida, los paseos entre hojas, el olor de la tierra mojada, la niebla de las mañanas, las castañas, las setas… 

Me gusta decorar la casa con detalles otoñales, salir a pasear cuando empieza a soplar el aire frío, buscar setas si tenemos suerte. 

A veces echo mucho de menos, sobre todo a mi hija, que está lejos. Pero también echo de menos poder contarle estas cosas a alguien. 

No tengo muchos amigos cerca. Y aunque sé que no todo lo que escriba aquí lo va a leer alguien, siento la necesidad de expresarlo igual. 

Escribir me ayuda a ordenar lo que siento. Aunque a veces también me lo desordena todo. 

Pero me da paz. Me da espacio. Me permite parar. 

Por eso estoy aquí, no porque tenga algo muy especial que contar, sino porque, sencillamente, necesitaba escribir.

Gracias por estar al otro lado. Si te apetece, déjame un comentario…          Me encantará leerte.

Comentarios

Entradas populares