Creativa Barcelona 2025: un paseo entre telas, hilos y ganas de empezar

 Antes de empezar, te diré que este no es un post de compras. Es una crónica, una forma de compartir contigo lo que viví en Creativa este sábado: el ambiente, la emoción, los detalles que no se compran pero se quedan dentro. (Aunque sí me llevé alguna cosa, claro. Pero esto te lo enseñaré en otro post, muy pronto.)

Este sábado por la tarde volví a Creativa Barcelona.

Y mientras escribo esto, todavía me acompaña esa sensación de haber estado en un lugar especial. Un sitio donde todo huele a hilo, a papel, a hogar. Un lugar lleno de gente que crea, imagina y transforma con sus manos.

Ir a Creativa no es solo ir a una feria de manualidades. Al menos, no para mí. Es una manera de salir del día a día, de acercarme a ese mundo donde lo hecho a mano tiene su lugar, su tiempo, su belleza. Donde cada persona que entra lo hace con una ilusión concreta: aprender algo, comprar aquello que no encuentra en su ciudad, inspirarse, o simplemente pasear entre cosas bonitas.

Un plan que empieza antes de llegar

Sabía que por la mañana iba a ser una locura. Lo había visto en stories: colas larguísimas desde primera hora, el recinto lleno a rebosar. Así que decidimos ir por la tarde, más tranquilos. Pero, aun así… estaba lleno.

Nos costó aparcar. Dimos varias vueltas con el coche, como en cualquier feria donde sabes que la aventura empieza mucho antes de entrar. Al final encontramos sitio algo lejos y fuimos caminando, con esa emoción de los días especiales.

Lo primero que hice al entrar fue buscar la bolsa oficial de Creativa. Es un gesto que se ha convertido casi en un ritual. Me hace ilusión tenerla cada año, como si fuera una pequeña prueba de que estuve allí. 

Este año era verde, grande y preciosa. Dentro venía la revista Labores del Hogar, un detalle que me encantó y que me pareció la forma perfecta de empezar la visita.

Al acercarnos al recinto, ya desde el coche, veíamos grupos de mujeres caminando con sus bolsas verdes. Algunas iban en pareja, otras en grupo, se notaba que muchas pertenecían a clubs o asociaciones de labores. Iban comentando lo que habían comprado, organizando dónde ir después, con esa complicidad que solo tienen quienes comparten la misma pasión.

Y tengo que confesarlo: me dio un pellizquito de envidia. Yo no tengo a nadie con quien compartir esto en persona. No tengo horarios para talleres, ni amigas cerca que borden o cosan. A veces me siento un poco sola en este mundo de labores.

Pero al mismo tiempo... ver tanta gente reunida por algo tan bonito, me recordó que de alguna forma sí formo parte de esto. Aunque lo viva desde otro lugar. Aunque lo comparta en el blog o en redes, en silencio, entre ratos de bordado y pausas de domingo. 

También me sorprendió ver cuánta gente joven había. Y muchas familias enteras: madres, padres, hijos pequeños, abuelas. Hombres que miraban con atención los productos, o que llevaban las bolsas con orgullo mientras su pareja compraba.

Y hablando de acompañar: mi marido fue, como siempre, mi mejor compañero. 

No solo vino conmigo, sino que estuvo a mi lado en cada pasillo, con paciencia infinita, preguntándome qué quería ver, sujetándome la bolsa, regalándome esa sensación de ser entendida. 

Parece un detalle pequeño, pero en una feria así, donde todo es estímulo y emoción, tener a alguien que te sostiene ( en todos los sentidos) lo cambia todo.

Lo que encontré este año

Había pocos stands de punto de cruz, y eso lo noté. 
Alguno había, sí, pero el protagonista absoluto fue el patchwork, junto con el scrapbook, la costura creativa, el ganchillo...
Los stand estaban decorados con muchísimo gusto. Cada uno era como una pequeña, bien decorada, con detalles preciosos colgando: quilts, cojines, bolsas, adornos, paneles.
Algunos trabajos me dejaban literalmente quieta, solo mirando. Sentía que no podía pasar de largo.

Y los talleres eran de lo más variados: desde costura, scrapbook o patchwork, hasta crear tus propias velas o, incluso, tu propio vermut. Sí, literal.

 Creativa no es solo una feria para comprar, sino también para hacer. Para aprender. Para descubrir nuevas formas de crear.

La exposición que me tocó el alma

Uno de los momentos más especiales fue visitar una pequeña exposición de patchwork organizada por AEP. No era muy grande, pero cada pieza tenía su historia. Paneles elaborados por mujeres de distintos puntos del país, acompañados de textos que contaban qué los inspiro, qué representaban.

Me detuve en uno en particular: un olivo. Se titulaba Mi olivo. Era un trabajo lleno de texturas, colores tierra, puntadas lentas. Y me emocioné. No solo por la belleza del panel en sí, sino por lo que transmitía: raíces, memoria, conexión. Me quede un buen rato de pie, en silencio, mirando

Fue en ese momento cuando lo supe: quiero aprender patchwork. Llevo años mirándolo desde fuera, admirando sus formas, su calidez. Pero ahora quiero empezar, aunque sea con algo pequeñito. Quiero unir telas con sentido. Crear con puntadas lo que a veces no se puede decir con palabras.

Un rincón navideño que parecía de cuento

Y si hubo un lugar que me robó el corazón, fue el stand de la revista Labores del Hogar.

Habían creado un pequeño salón navideño dentro de la feria: árbol decorado, chimenea, coronas, detalles hechos a mano siguiendo los patrones de la revista. De hecho, en ese momento daban  un taller donde hacían una de las figuras en ganchillo.

Parecía un rincón de casa dentro de un mar de stands. Un lugar cálido, recogido, cuidado al detalle. Me habría quedado allí horas.

Me pareció una forma preciosa de mostrar su contenido: no como producto, sino como parte de una casa que te acoge, te inspira y te abraza.

Lo que me traje (más allá de lo que compré)

Volví a casa cansada, sí. Pero también con el corazón lleno.

Con la certeza de que este mundo —el de las labores, los hilos, las telas, lo hecho a mano— está más vivo que nunca. Y con la sensación de que, aunque a veces lo viva en solitario, no estoy sola.

Volví con ganas de aprender, de probar cosas nuevas, de empezar a dar forma a ideas que llevan tiempo esperando. Y con una promesa silenciosa: que no voy a dejar pasar la oportunidad de hacer, de probar, de crear.

Este post no es solo una crónica. Es una forma de compartir contigo ese paseo por Creativa.

Si no pudiste ir, si no estás cerca, si te hubiera encantado pero no fue posible…

espero que estas palabras te hayan acercado un poquito a esa feria que nos une a tantas.

🧵 Gracias por venir conmigo.

Y como muchas me preguntáis siempre qué me llevé a casa, en unos días os enseñaré en otro post mis compras: libros, telas y algún que otro flechazo de esos que te alegran el invierno.

En este quería centrarme en el paseo, en lo vivido. En lo que me llevé sin meter en la bolsa.

Gracias por estar aquí. Si te apetece, déjame un comentario.

Me encantará leerte.

Comentarios

  1. Gracias por compartir tu paseo con nosotros, Elena.
    Me ha encantado acompañarte y disfrutarlo a través de tus palabras.
    Besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Isa! Me alegra que lo hayas disfrutado. Un beso

      Eliminar
  2. Maravillosa crónica, por unos minutos me sentí acompañándote en la feria. A mí también me fascina ese olivo y me dan ganas de aprender. Muchas gracias por compartir estos momentos con nosotras.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Alhana! qué bien que me hayas acompañado virtualmente a la feria. Yo me estoy planteando seriamente lo de aprende patchwork, con eso te lo digo todo jeje. Un beso

      Eliminar
  3. Menos mal que no fui, porque fijo que hubiera venido cargada como en Sitges, que yo lo necesito todooooo ... jajaja
    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ve ahorrando para la próxima feria de Sitges que vamos a ir jajaja. Un beso

      Eliminar

Publicar un comentario

Gracias por compartir un pedacito de tu tiempo entre hojas y palabras 🍁

Entradas populares