Mi material de bordado #5: las agujas (o cómo acabé teniendo más de las que pensaba)
Podría parecer que una bordadora solo necesita hilo, tela y aguja. Pero basta adentrarse un poco más en este mundo para descubrir que no todas las agujas son iguales… y que, al final, cada una encuentra sus favoritas.
En mi caso, llegué a ellas un poco por casualidad. No os lo vais a creer, pero estuve bordando con las agujas de coser durante bastantes años. Lo mismo que me pasó con las telas - y que ya os conté en este post- me sucedió con las agujas: ¿quién me iba a decir que había agujas para bordar y que, además, existían distintos tamaños según la tela?
La dependienta me puso dos agujas pinchadas en un papel y las envolvió con cuidado. Al llegar a casa, las abrí con curiosidad. Eran más gorditas que las que usaba, y lo mejor: tenían la punta roma. ¡No pinchaban! Fue una pequeña revolución.
Desde entonces, cada vez que pasaba por la mercería, me llevaba un par más.
Tiempo después, en 2011, cuando tenía mi antiguo blog, gané un sorteo en el blog MagicXstitch de Mayté (para mi todo un referente del punto de cruz). El premio era un librito de agujas precioso, y un lote de agujas John James del nº 26 y 28. Gracias a ella supe que, dependiendo del count de la tela, era recomendable usar una aguja u otra. Como veis, he ido aprendiendo sobre la marcha.
Hoy en día, mi colección incluye sobre todo agujas John James, que se han convertido en mis favoritas. Me gusta lo bien que deslizan por la tela y la variedad de modelos que ofrecen: para bordar, para punto de cruz, abalorios, patchwork… incluso tengo una especial para enhebrar cintas.
También tengo varias de DMC, Pony, BOHIN y otras marcas más antiguas que conservo. Algunas ya están abiertas y en uso, otras esperan su momento. Me gusta ir probando distintos tamaños y formas: las hay de punta roma, afilada, largas, cortas… ¡hasta una curva!
Aunque muchas de mis agujas siguen en sus sobres originales, tengo varios sistemas para organizarme:
Un estuche de tela con cremallera, donde guardo todos los blísters y sobres nuevos.
Dos estuches de madera con forma de zorro y de ciervo: son magnéticos, preciosos y muy prácticos.
Un librito de agujas hecho por mí, con interior de fieltro y una flor bordada en la portada. Siempre lo uso cuando tengo una labor entre manos.
Y por supuesto, mi cuaderno azul: The Needle Index. Es una especie de catálogo con hojas de fieltro, fichas y muestras, donde clasifico algunos modelos según su uso. Me resulta muy útil y tiene un aire casi enciclopédico.
Una de las cosas que más ilusión me hizo fue recibir unas agujas especiales en aquel sorteo que mencionaba antes. Venían bien presentadas, con su tarjetita, y para mí fueron como un pequeño tesoro inesperado. Las guardo con cariño al igual que las agujas que compraba en la mercería y venían pinchadas en un papel.
También tengo algunas heredadas, otras que ya no se fabrican, e incluso una torcida que conservo porque me ha acompañado en muchísimos bordados. A veces me cuesta deshacerme de ellas, como si me diera pena que se fueran.
🧷 ¿Y qué hago con las agujas que se rompen?
Buena pregunta. No me gusta tirarlas sin más, así que suelo guardarlas un tiempo en una cajita metálica pequeña (una de esas de caramelos). Si la punta está muy gastada o la aguja se ha torcido mucho, simplemente la retiro del uso. Pero algunas las conservo por nostalgia —sobre todo si han estado en muchos bordados o me recuerdan a una época concreta.
También puedes llevarlas a un punto limpio o reciclarlas como metal, aunque por su tamaño no siempre es fácil. Y si te gusta el scrap o el journaling, puedes darles una segunda vida decorando un alfiletero o haciendo una pieza creativa.
A veces, hasta las agujas que ya no sirven tienen algo que contar.
¿Te ha pasado también eso de empezar con un solo pobrecito de agujas...y terminar con toda una colección?
Me encantará leerte si tú también tienes tus favoritas o un sistema de organización curioso. Y si alguna vez te has preguntado qué aguja elegir, te animo a probar, curiosear y, sobre todo… a bordar mucho, al final, las agujas también nos van conociendo.
Con los hilos y las agujas, parecía que ya lo teníamos todo ¿verdad?. Pues falta algo: ese aro de madera que sostiene nuestros comienzos.
En la próxima entrega , te contaré sobre mis bastidores (Spoiler: hay más de los que pensaba… y no todos caben en el cajón.)
Gracias por estar aquí. Si te apetece, déjame un comentario.
Me encantará leerte.





Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por compartir un pedacito de tu tiempo entre hojas y palabras 🍁